Las peleas de toros en Arequipa constituyen un aspecto esencial de la personalidad folklórica de este pueblo amante del trabajo, sensible a las manifestaciones artísticas y de rebelde espíritu ante las injusticias. En el fondo se trata de una fiesta popular que altera la monotonía de lo cotidiano y que además sirve para volcar refrenados sentimientos de identificación con el coraje.
La cosa no puede ser más sencilla. Se encuentran dos astados inmensos (producto de una serie de cruces y manipulaciones genéticas) en el centro del coso.
A su lado sólo están los jueces y los dueños que se dedican a acicatear a su animal para que tome la inciciativa. Ya que los toros son usualmente animales pacíficos y mansos como un pan, se les estimula con el olor de una vaca casadera y atractiva, la cual es pasada por los morros de los astados que se deciden a luchar por la conquista y territorio.
A su lado sólo están los jueces y los dueños que se dedican a acicatear a su animal para que tome la inciciativa. Ya que los toros son usualmente animales pacíficos y mansos como un pan, se les estimula con el olor de una vaca casadera y atractiva, la cual es pasada por los morros de los astados que se deciden a luchar por la conquista y territorio.
Los encuentros suelen ser rápidos, estrellan sus cabezas con furia, bufan sordamente y se miran con ojos fieros.
La huida del toro es rápida y nada vergonzosa, ya que el dueño del toro que escapa, generalmente termina en densas discusiones con jueces, otros dueños y espectadores que se resuelven con unas cervezas y algunos abrazos. Los astados no se ocasionan heridas, no hay sangre.
La huida del toro es rápida y nada vergonzosa, ya que el dueño del toro que escapa, generalmente termina en densas discusiones con jueces, otros dueños y espectadores que se resuelven con unas cervezas y algunos abrazos. Los astados no se ocasionan heridas, no hay sangre.
Los toros, que usualmente pelean en su vida cotidiana por el amor de una vaca en edad de merecer o por territorios de jugosas matas de alfalfa, en este caso lo hacen con una ritualidad alegre y el amor poco disimulado que los dueños expresan por sus animales.
Es una costumbre algo bizarra que, hasta donde sabemos, se practica sólo en Arequipa, en algún escondido municipio japonés y en la calcinantes arenas de los Emiratos Árabes. Aquí algunas fotos de la fiesta referida para que se tenga idea de lo que hablamos.